A menudo se dice que la política en Washington crea un ambiente tóxico. Esta vez, es literal.
La semana pasada, el Congreso de Estados Unidos aprobó una amplia reforma a importantes normas para el control de la contaminación. Si Trump las convierte en ley, el medio ambiente sufrirá, y también la salud de las personas.
La medida anularía una norma actual que controla las emisiones de las denominadas sustancias químicas "supertóxicas". Entre ellos se incluyen compuestos de plomo, arsénico, mercurio y benceno.
Según los expertos del National Resources Defense Council, las sustancias supertóxicas son "los contaminantes atmosféricos nocivos más peligrosos, persistentes y bioacumulativos que controla la ley". La palabra "bioacumulativo" es importante aquí. Estos venenos se acumulan con el tiempo en los tejidos vivos, es decir, en usted y en mí.
Pero incluso a niveles de exposición extremadamente bajos, las sustancias supertóxicas causan graves problemas de salud. Esto incluye cáncer, trastornos del desarrollo y daños neurológicos. La salud materna y reproductiva está especialmente en peligro, ya que las mujeres embarazadas y los fetos son extremadamente sensibles a estos venenos.
La nueva ley permitiría a más de 1.800 instalaciones industriales eludir los estrictos controles de emisiones de supertóxicos. También les permitiría ignorar el control de la contaminación atmosférica y los informes que se exigen actualmente.
Esto pondría en peligro a todo el mundo en Estados Unidos, pero, por supuesto, a unos más que a otros. Las comunidades cercanas a industrias altamente contaminantes se encuentran en primera línea.
Muchas de estas comunidades ya se enfrentan a graves problemas de salud derivados de la contaminación industrial. Los lectores habituales del Boletín Informativo recordarán nuestro análisis del Callejón del Cáncer de Luisiana, "Un sacrificio humano de los combustibles fósiles".
En pocas palabras, si se aprueba este proyecto de ley, esperemos más "callejones del cáncer" en Estados Unidos.
Obviamente, el presidente Trump no debería firmar este desastroso proyecto de ley. Sin embargo, es difícil discutir argumentos que podrían convencerlo de no hacerlo. Después de todo, no se trata de un político con un sólido historial en materia de protección medioambiental o salud pública.
Tal vez piense en su legado histórico. Tal vez se detenga un momento y se dé cuenta de que no quiere ser recordado por hacer que Estados Unidos sea más sucio y más letal.
La esperanza muere al último.